Aprecio tu opinión acerca de las guarniciones, pero cuidado con las premisas apuradas, porque entonces yo podría decirte pero las papas, y qué con las papas.
Nótese que si bien las batatas tienen mayor personalidad, y pueden sorprender al paladar, las papas, con una sencillez conmovedora, suelen alegrar el corazón. Y es cierto que las papas, en su fragilidad, se aferran inevitablemente a la fuentes de teflón herido, y reclaman un cuidado y una atención. Pero es sólo a causa de un espíritu romántico que lo hacen. Porque las batatas, esos seres vanidosos. Creen tener algo diferente, y quizá lo tengan, pero ellas, así, conspicuas, siempre se han pensado mejores, dotadas de una magia, tan suya, tan cierta.
Y es en su arrebato hedonista que las batatas se queman, ofuscándose bajo el hollín, mientras las papas, obsequiosas, fulgurecen doradas y crocantes, y el bifecito, a punto, que sale de la plancha.
Con todo respeto.
Antonio
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